sábado, 18 de junio de 2011

¡¿MANDA QUIEN MANDA?!

La realidad política internacional actual está sembrada de conflictos de diferente índole, unos de nuevo cuño y otros que se arrastran desde hace décadas. Problemáticas con infinidad de aristas, porque inmensos son los intereses que se cuecen y gigantescas la influencias que se ejercen en la sombra. Sobra señalar aquí lo complicado que resulta entender el puzle internacional y los límites en que se mueven y desarrollan los acontecimientos. Bien cerca tenemos las contrariedades de los mandatarios mundiales (EE. UU, EUROPA, Etc.) en sus actuaciones sobre los países en cambio constante (Oriente Próximo y Medio, Libia, etc.), lo que pone de manifiesto lo difícil que resulta no solo entender la realidad mundial, sino los obscuros intereses, la manipulación y la hipocresía con la que constantemente actuamos. Las lecciones que el mundo desarrollado ofrece a los deprimidos (económicamente), sometidos y denigrados socialmente están generalmente envenenadas y con muy pocas dosis de honestidad (A pesar de lo que se dice). Con cuanta ligereza hablamos de libertad y soberanía (instituciones europeas, Comisión, Parlamento, etc.) cuando observamos con asiduidad que son muy pocos en la tierra los que deciden las grandes cuestiones (G-8), e incluso en ese grupo de privilegiados existen sus más y sus menos. El lenguaje cínico de los poderosos nos envuelve una y otra vez, arropando sus palabras con discursos vacuos e instituciones huecas. Lo grave no es sin embargo una realidad contundente de facto (Paises que mandan), sino que el resto de países y ciudadanos mantengamos la aquiescencia de los imperios políticos y económicos sin la mínima crítica; más aún con la deshonesta conducta del resto de los gobernantes de mantener actitudes cínicas para congraciarse con los poderosos. A veces pienso cómo no se le cae la cara de vergüenza a esa comparsa de palmeros que sonríen sin inmutarse, y me recuerdan mucho (desgraciadamente) aquéllo de que más vale reírse y poner cara de tontos que abrir la boca y demostrar lo que realmente son. Los acontecimientos económicos de Europa de las últimas jornadas son paradigmáticos. Todos sabemos bastante bien las evidencias en cuanto al potencial económico de los diferentes países (PIB, renta, etc.), sus deudas y déficits, resonando en el candelero por motivos conocidos el caso griego; también conocemos las tremendas dificultades que entraña solucionar la crisis de carácter internacional en que estamos embargados y las problemáticas nacionales internas y sus graves consecuencias. Sin embargo, resulta chirriante que ante la imprescindible ayuda internacional y del colectivo europeo –que constituye (creíamos) un conjunto de instituciones de muy distinta naturaleza con órganos y objetivos bien definidos– ya no se guarden siquiera las formas, y sin admiración ni sorpresa alguna constatamos que sean simplemente dos quienes decidan (Angela Merkel y Sarkozy), y lo demuestren a todas luces y ante cámaras y mandatarios. La realidad se impone con toda crudeza, porque manda quien manda, aunque es triste que luego tengamos que marear la perdiz una y otra vez con Europa llenándosenos la boca de alharacas con las bondades del viejo continente. A veces la verdad hace menos daño que la disfrazada mentira de soberanía, equidad, representatividad..., y un largo etcétera de monsergas que constantemente tenemos que oír a nuestros políticos.
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