En la isla paradisiaca de Samui, situada en el Golfo de Tailandia y principal reclamo turístico del país asiático, se produjo el sábado un atentado con un coche bomba en el aparcamiento de un conocido centro comercial, Central Festival, dejando siete heridos y diez coches dañados. De estos heridos seis eran tailandeses y el restante era una niña italiana de doce años. Las imágenes llegadas del incidente fueron especialmente chocantes pues esta isla normalmente es comparada a un escenario de película, de blancas playas y aguas cristalinas.
Del coche empleado por los atacantes, un todoterreno robado pocos días atrás, sólo quedó el chasis. El atentado tuvo lugar sobre las 22.30 y tras finalizar un evento de moda y poco antes de que el centro comercial se dispusiera a cerrar sus puertas. Y es que Tailandia se encuentra ahora celebrando el Año Nuevo tailandés (una celebración religiosa budista que paraliza el país y se traslada a las calles en forma de guerra de agua atrayendo de forma masiva a locales y extranjeros) y esto ha hecho que los horarios comerciales se amplíen para poder satisfacer la demanda.
La explosión sucedió de forma casi simultánea a otra acontecida en un almacén. Según afirmó esta mañana el responsable de Prevención de Desastres de la isla, se cree que el todoterreno empleado fue robado de una de las tres provincias sureñas tailandesas foco de la insurgencia separatista musulmana. El general de la Policía Somyot Pumpanmuang comunicó que el automóvil había sido robado en Yala el pasado 31 de marzo y que había viajado hasta Samui con matrícula falsa. "Hemos encontrado pruebas de que los instigadores montaron explosivos pero desconocemos qué tipo de bomba instalaron", declaró el general.
Sus palabras dirigen las sospechas hacia los separatistas del sur de Tailandia, lo cual implicaría un salto cualitativo en el radio de acción de éstos. La isla de Samui se encuentra al norte de las conflictivas provincias de Patani, Yala y Narathiwat, parte de cuya población musulmana aspira a revivir el Sultanato de Patani y recurre a la violencia para ello desde hace décadas. Desde 2004, unas 6.000 personas han muerto y 10.000 han resultado heridas en acciones armadas de los insurgentes o a causa de la respuesta, a menudo desproporcionada, de las autoridades. Sin embargo, sería la primera vez que la isla de Samui es objetivo de los separatistas musulmanes, que limitan sus acciones a Patani, Yala y Narathiwat.
Una acción similar tuvo lugar el pasado 20 de febrero en Narathiwat, cuando otro artefacto escondido en un todoterreno fue detonado frente a un local de karaoke hiriendo a 11 civiles y dos soldados tailandeses. Ese mismo mes, el día 1 de febrero, otra bomba de escasa potencia hacía explosión frente a otro centro comercial de Bangkok hiriendo a una persona y generando un sentimiento de inseguridad. El 7 de marzo, otro incidente con una granada de mano que tuvo lugar en Bangkok fue incluido por los responsables de Seguridad en el mismo contexto de acciones violentas.
El portavoz del Gobierno, Kaewkamnerd, dijo: " Las autoridades han encontrado vínculos con los incidentes en Bangkok y están siguiendo a los sospechosos gracias a pruebas recogidas en el escenario de los hechos". El general también indicó que la seguridad se ha reforzado en todo el país a raíz del ataque con coche bomba. Nazaret, 1º Bach-A
lunes, 13 de abril de 2015
jueves, 9 de abril de 2015
Vulnerabilidad humana
Una de las cualidades que más nos caracterizan al ser humano
es la vulnerabilidad. Más, incluso, que a otros seres vivos de la naturaleza,
por nuestra naturaleza tan singular como seres inteligentes, derivada
especialmente de nuestra conciencia y capacidad transformadora. Sin embargo, se
nos olvida, porque la inseguridad es una condición inherente a nosotros mismos,
que nos acompaña en todo momento y del que nunca nos podemos desembarazar.
Todos sabemos, y demostrado está suficientemente, que las necesidades humanas
son acuciantes y están claramente jerarquizadas: difícilmente podemos hacer
nada si no tenemos cubiertas las necesidades fisiológicas, que nos aprisionan
con lazos muy estrechos; o las sexuales para garantizar la especie; pero sobre
todo las de seguridad y protección, que es imprescindible desde que nacemos.
Estas últimas se solapan en cierta forma en el mundo en el que vivimos, sobre
todo debido a las consecuciones sociales y técnicas humanas, a nuestros
principios políticos conseguidos (vivir en una comunidad superior organizada
desde hace milenios), que nos permiten una cierta tranquilidad. Vivimos con una
relativa seguridad y principios aplastantes de estabilidad y confianza en
nuestra vida y en los que nos rodean. Claro está que por encima de las
respuestas creadas por el hombre (homo
habilis) se encuentra la naturaleza humana permitiéndonos relegar nuestra
fragilidad a un segundo plano, creando estructuras de pensamiento satisfactorias
para enjalbegar nuestras debilidades, sintiéndonos fuertes y siempre
protegidos; aunque sea completa y totalmente incierto. Basta con pensar
fríamente para darnos cuenta de que siempre nos encontramos al albur de
factores y principios incontrolables, de circunstancias que nos pueden sumir en
las peores de las situaciones acogotándonos la vida: desde una simple rotura de
pierna, que nos limita nuestros movimientos, hasta la mayor de las crisis económicas
que nos arruina la vida completa; desde una amistad de infancia –que creemos
segura– al mayor vacío social que te puede hacer una comunidad; pasando por las
más crueles enfermedades psicológicas que nos dejen en la más triste de las
postraciones, sin conciencia cierta de ser humanos, anulados en lo material y
espiritual. Resulta innecesario ejemplificar con miles de desgracias a las que
estamos o podemos estar abocados los humanos en un simple segundo. Pero eso,
lógicamente, no se piensa ni se puede hacer, pues no viviríamos: se nos
coartarían nuestras capacidades de movimiento, nuestra inteligencia y hasta
nuestra libertad. Tal vez las mayores dosis de inteligencia humana se hayan
concretado a lo largo de la Historia en la capacidad de superar las
inseguridades y miedos, sin sumirnos en frustraciones que hubieran impedido
nuestro avance. Lo cierto es que determinadas tragedias, que de cuando en
cuando embargan nuestra vida, nos remiten a una reflexión serena sobre la
inseguridad humana. La trágica y desgraciada pérdida de vidas humanas en el
avión estrellado en los Alpes nos remite a esa fragilidad humana incontrolable,
por estar sujetos a miles de variables que pueden poner nuestras vidas en
juego. Pensado fríamente resulta descorazonador, porque nos encontramos
bastante indefensos a pesar de todos nuestros avances sociales, políticos (como
comunidad que busca soluciones de vida en común) o técnicos. Siempre habrá un
demente, un terrorista, un terremoto o un elemento extraño que puede poner en
jaque nuestra existencia. Siempre. Las tragedias puntuales elevan nuestra
desazón y tristeza, haciéndonos reflexionar sobre la vulnerabilidad humana. La
subsistencia humana –con todos sus glorias y miserias– nunca fue un camino de
rosas. Desgraciadamente las tragedias nos siguen abriendo los ojos. JAMM
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Opinion
CHINA REPRESORA...
La represión más grave desde los noventa. La activista china Li Maizi pensaba dedicar el día de la mujer a repartir pegatinas contra la violencia de género, pero no pudo llevar a cabo su idea ya que fue detenida el 6 de marzo junto con 9 compañeras por la policía; porque creían que era un motivo para crear problemas. Actualmente 5 de ellas incluida Li permanecen bajo custodia policial. Desde que llegó Xi Jinping al poder en 2013, se ha producido la peor represión contra los defensores de los derechos humanos desde mediados de los noventa. El pasado fin de semana era muy importante para este grupo, ya que se acaba el plazo que tenía la policía para solicitar que se presentaran cargos contra ellas. Si la semana que viene siguen presas, esto supondrá un fuerte indicio de que la fiscalía las someterá a juicio. Las cinco forman parte de un pequeño grupo de activistas que luchan por los derechos de las mujeres y por acabar con la discriminación femenina. Su detención no es la única en China, ya que en 2014 hubo unas 955 detenciones aproximadamente.
El gobierno de Xi ha reducido el pequeño espacio que quedaba para el activismo por los derechos humanos. Una serie de proyectos de ley, sobre las organizaciones no gubernamentales o contra el terrorismo, podrían reducir aún más el espacio disponible, según dicen los defensores de los derechos humanos. Wang (investigadora china) dice que este endurecimiento se debe al temor de Xi, tras su llegada al poder de que el Partido Comunista pudiera perder el control del país.
No está previsto que mejore esta situación. Y ante todos estos escándalos, las informaciones publicadas en los medios de comunicación fueron duramente reprimidas. Silvia Gálvez Salamanca
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