El pasado domingo el diario alemán Die Welt publicó cartas íntimas entre uno de los principales responsables de las carnicerías de la Segunda Guerra Mundial, jefe de los policías nazis, el Reichsführer-SS, y arquitecto del Holocausto, Heinrich Himmler y su esposa Margarete. El periódico tiene unas 700 cartas de los Himmler, fotos inéditas, diarios de Marga, su libreta del partido nazi NSDAP y un cuaderno de recetas escrito a mano. Estas cartas han sido obtenidas gracias a una descendiente de supervivientes del Holocausto a la cual llegaron por su padre que las compró, en 2007, a un judío que las guardó durante cuatro décadas hasta dárselas a su hijo con noventa años.
Para los nazis, la humanidad se dividía en categorías “raciales” de las cuales la peor era la judía y la mejor, la aria. Por lo tanto, un judío no podía ser alemán así que los nazis fueron robándoles poco a poco sus derechos hasta comenzar a asesinarlos. Un total de seis millones de judíos europeos fueron asesinados hasta 1945; muchos, en cámaras de gas. Sobre las cartas se ha rodado un documental que se estrenará en febrero con el nombre de “El decente”. Este ingenioso título se debe a un discurso que Himmler dio a otros nazis en 1943 en el que calificaba el exterminio del pueblo judío de “decente”.
Para Himmler, la “decencia” era lo más importante por lo que buscó maneras “decentes” de matar. En sus cartas a su esposa no le contaba en qué consistían sus labores, sólo se quejaba del “asqueroso” y “viejo” Berlín y de las “aburridísimas” sesiones parlamentarias en el Reichstag de 1931. Himmler tuvo una amante fija a partir de 1938, lo que se refleja en la rebaja de efusividad cariñosa en las cartas con su mujer. Justificaba la “decencia” de su relación extramatrimonial con la “obligación” de los arios de reproducirse cuanto más, mejor. Con Marga tuvo una hija y adoptaron al hijo de un general fallecido antes de la guerra. En 1942, Himmler visitó Auschwitz, en Polonia, que se ha convertido en el símbolo del Holocausto en la actualidad. En aquella visita asistió por una mirilla al envenenamiento y asfixia de cientos de judíos en cámaras de gas. Tras esto, quedó contento y con su idea de ser un hombre “decente”. María Rojas Pavón, 1º. Bachillerato A
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