El gobierno Italiano ha decidido celebrar el funeral de Estado por la muerte de los 364 inmigrantes en el naufragio en Agrigento, un pueblo al sur de Sicilia que se encuentra a doscientos kilómetros de donde ocurrió el naufragio, sin ataúdes y sin la presencia de familiares. La decisión del ha generado una gran polémica en el pueblo Italiano. El alcalde de Agrigento Marco Zambuto ha añadido que este acto puede quedar como ``un desfile de políticos´´, y también ha referido que es absurdo honrar a las víctimas en un muelle donde nunca ha llegado un inmigrante. La alcaldesa de la Isla se siente –como tantos familiares de inmigrantes– estafada, advirtiendo que ``ni ella ni nadie de la isla irá a la ceremonia´´. Después de dos semanas sin saber qué hacer con los más de 300 cadáveres el gobierno ha decidido llevarlos a Sicilia en dos barcos de guerra y dispersar los ataúdes por los cementerios de ciudades y pueblos. Mientras tanto, las costas Italianas siguen recibiendo oleadas de inmigrantes; Mosé Zerai, un sacerdote eritreo que constituye una referencia para los inmigrantes, ha escrito una carta al ministro del Interior señalando que las familias se sienten engañadas no solo porque no se celebrara el funeral de Estado, sino por haber dispersado los ataúdes por cementerios de Sicilia; hubiera sido importante enterrarlos juntos, o al menos en Lampedusa, para que todo el mundo los recuerde.Lourdes Rey Romero, 1º. Bachillerato-B.
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