lunes, 11 de abril de 2011

La perversidad de Segunda Guerra Mundial

La Segunda Guerra Mundial constituye uno de los acontecimientos bélicos más importantes de toda la Historia. Es uno de esos eventos que, desgraciadamente, conforma una de las grandes lecciones de la Humanidad que no conviene olvidar. Sus antecedentes eran (o lo son a nuestros ojos) bastante previsibles de posibles desembocaduras de gravedad, pero los países no supieron ver el alcance que podían tomar los acontecimientos políticos. Un tema tan trascendente nos permite abordarlo desde diferentes perspectivas, pues el ámbito bélico representa una dimensión grande, pero ahí estan los personalismos y lideratos de caudillos y militares, los grandes políticos (Stalin, Churchil, De Gaulle); también por supuesto las ideologías subyacentes y los antagonismos enfrentados; los fundamentos económicos y las alianzas naturales y antinaturales ante situaciones sobrevenidas; las grandes transformaciones geopolíticas que se producen y el ensalzamiento económico de los grandes núcleos de poder a nivel mundial. Sin desdeñar la notoriedad de las instituciones emergentes (ONU) de postguerra que han adquirido un protagonismo tan esencial durante el s. XX y en nuestros días. Para nada conviene olvidar sus orígenes, el estatus de las naciones fundadoras y las preeminencias que arroban (Consejo de Seguridad) de forma bastante nítida los principios democráticos en términos de desigualdad. Un capítulo especial, que merece mirarlo con lupa (y alcanzar el debido grado de concienciación), está en el genocidio del Pueblo Judío; denostado hasta la saciedad por la Historia y por un SI-NO que parecía perseguirles por razón de raza, así como las lecturas subsiguientes en cuanto a su estatus actual en la política internacional.  La cinematrografía nos ha dejado un amplísimo espectro de lecturas e interpretaciones de la Guerra Mundial que nos permiten analizar posicionamientos de los países, de los acontecimentos y de las legitimidades de unos y otros. Quizás sea uno de los acontecimientos más mediatizados por los medios de comunicación, por la filmografía y por las historiografías veladas por intereses determinados. Para el Mundo, una tremenda lección, porque después de cuarenta mil años  de Sapiens Sapiens (ja, ja, ja, ...) seguimos demostrando que aún no sabemos solucionar los problemas más allá de la violencia. En realidad no nos separan tantas diferencias del Australopitecus: Ellos se mataban a palos, y nosotros con bombas atómicas y con armamento de tecnología avanzada (¡vaya un avance!). Por delante tenemos un gran tema, que explica buena parte de los acontecimientos del s. XX y del Mundo en que nos encontramos.

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