¿Se debe armar a las guerrillas libias según las grandes potencias?

Los rebeldes se repliegan ante una nueva ofensiva de las fuerzas de Gadafi en el este, muy cerca de Bengasi. Las tropas de la oposición que casi habían llegado a Sirte, (ciudad natal del dictador y uno de los principales enclaves junto con Trípoli) pierden otra vez posiciones y se retiran ahora de Bin Yauad y de Ras Lanuf (un importante punto petrolero). Los combates continúan en la zona pero con su escaso armamento y los casi tres mil seiscientos soldados de la Guardia Republicana Chadiana que apoyan a Muamar, los rebeldes dicen que no pueden hacer frente a los blindados y a las armas del dictador y exigen la colaboración de la OTAN; ni si quiera los bombardeos aliados (ahora menos frecuentes) parecen suficientes para allanarles el camino, de hecho, la rapidez de reconquista de terreno por parte de los “gadafinos” es notable. Tanto el presidente de EEUU, Barack Obama, como el primer ministro británico David Cameron, reconocen que barajan la opción de armar a los rebeldes. Rusia se opone, asegurando que el acuerdo se ceñía en proteger a la población y no en armarla. Sarkozy, opta e insta al gobierno estadounidense la proporción de más asistencia para los rebeldes libios, compartiendo opinión con este último aparece Catar, principal aliado árabe de las potencias occidentales. Por si fuera poco, se relacionan las guerrillas rebeldes con grupos extremistas como Al Qaeda o Hezbolá, ya que Hakim al Hasidi, uno de sus más destacados comandantes, mantuvo contactos con Usama bin Laden. Respecto a mi opinión sobre el tema, cabe destacar el vacío de poder en el bando rebelde ya que “posibilita” la actuación de estas entidades extremistas, la notoria necesidad de apoyo de las potencias occidentales, tanto armamentístico como de recursos humanos (visible es la gran decadencia que sufre en estos días); el miedo de Estados Unidos para armar a las milicias libias por las posibles críticas y comparaciones respecto a la no muy lejana guerra de Irak, y en general, el desacuerdo y la inseguridad de citadas potencias respecto a cómo y porqué actuar, sin embargo, el para qué está muy claro. ¿Cómo acabará la historia? Manoli Herrero Haro 1º Bach. A